Ignacio Agüero lleva realizando documentales treinta y cinco años, así que mal seguro que no lo ha hecho. Los numerosos premios internacionales que han conseguido sus películas así lo confirman, como sucedió con el filme que nos ocupa, «Cien niños esperando un tren», tercero de su filmografía y que ya radiografiaba muy bien los derroteros que iba a tomar la carrera del director chileno.
«Cien niños esperando un tren» narra la puesta en marcha de un taller de cine con niños y niñas en una aldea de Santiago. Todo parece desarrollarse de la forma más natural posible dentro del contexto de un grupo de infantes que nunca han ido al cine, que apenas conocen el proceso de realización de una película y a quienes se les ofrece la posibilidad de crear los elementos clásicos del séptimo arte. El disfrute se palpa a manos llenas, pero lo que se mueve detrás de bambalinas, la pobreza, la desigualdad, el control social y la violencia ejercida sobre la población durante la dictadura de Pinochet no puede resultar más evidente. Tanto es así, que un simple documental sobre un taller de cine fue clasificado por el gobierno para mayores de 21 años; seguramente no llegó a ser censurado porque el régimen no andaba en horas de vacas gordas. No es baladí recordar que el mismo año de la realización de este documental, Ignacio Agüero formó parte del equipo de producción de la franja electoral por el «No» en el Plebiscito nacional de Chile, cuyo triunfo permitió las elecciones democráticas al año siguiente que desembocaría en la derrota de Pinochet y su consecuente salida del gobierno.
Menos de una horita. A disfrutar.