Si Roberto Rossellini es, en el neorrealismo italiano, el ejemplo de compromiso político en situaciones de conflictos armados como bien patente se nos muestra en «Roma, Ciudad abierta», «Paisá» o «Alemania: año cero», nadie como De Sica ha logrado transmitir dentro de este movimiento, e incluso a lo largo de la historia del séptimo arte, con tanta hondura y dolor la realidad social de la posguerra y de los excluidos. «Umberto D», último episodio de su mal llamada trilogía neorrealista tras «El limpiabotas» y la más conocida «Ladrón de bicicletas», es la más descarnada y madura. Ni un ápice de efectismo y realismo social ha perdido la terrible historia de Don Umberto -interpretado por un fantástico Carlo Battisti-, un funcionario jubilado con una pensión miserable que no le alcanza ni para malvivir. Sin familia, al borde del desahucio, habitual de los comedores sociales… ¿Nos suena?
Dejo el enlace con una de sus memorables escenas. Un desangelado Umberto y su casi único amigo: su perrito Flike.
https://dailymotion.com/video/x20o3y3