Los ojos se me salían de las órbitas, las pupilas de las cuencas. Hasta las órbitas de las propias órbitas. Lo que es capaz de hacer una tabla de estadísticas. Milagros que ya quisiera el mayor taumaturgo de toda la historia de la humanidad. San Gregorio era un manteca al lado del Sistema para la Atención y la Ayuda a la Dependencia (SAAD).

    La reunión traba de acercarnos a la realidad de las personas mayores en Andalucía, y los datos que figuraban en la presentación eran del último informe de CC.OO sobre la situación de este colectivo en España, pero extraídos del sistema de información del SAAD.

     Era una cosa tal que así. Con esa curvita tan maja que parece que se sale del panel de su elevación progresiva a cotas infinitas.

     Y el menda, que trabaja en temas de Dependencia desde hace la pila de años no sale de su asombro y comenta. Como no se puede callar ni debajo del agua.

     – Eso es imposible. No se está atendiendo cada vez a más gente.

     Claro, es que hay trampa, y más de una, aparte de que no hablamos de porcentajes de atención respecto a las solicitudes. Pero esas cosas no se dicen.

     La primera, bien gorda. Se ha endurecido el baremo para conceder Grado de Dependencia, y bien que lo sé. Personas mayores de la residencia en la que curro, tras una primera valoración sólo fueron catalogadas de Grado I, aunque les costara incluso caminar, hasta que insistí, di por saco, volvieron a valorar y, de repente, como por arte de magia, ya eran Grado II sin haber un empeoramiento en autonomía personal. Estos dos gráficos, uno sobre la evolución del Grado III y otro sobre personas desatendidas que deberían tener derecho a prestación también pueden resultar bastante elocuentes.

     La segunda. Igual de rotunda. Dentro de los recursos asignados por concesión de Grado de Dependencia está la teleasistencia. Ese botoncito que tiene casi todo abuelo que vive solo en su domicilio, con un pulsador que contacta directamente con emergencias. Ese botoncito al que, en realidad, tienen derecho incluso personas mayores de 65 años con la Tarjeta Andalucía Junta sesentaycinco, aunque no estén en situación de dependencia.

     Pues el monto de este recurso -por usar un término económico más del agrado de quien ve en las personas datos estadísticos- dentro del total de prestaciones de servicios a la dependencia es en nuestra Comunidad Autónoma de casi el 30%. Tal vez por aquel detalle que tampoco se suele sacar a la palestra de que desde hace varios años, el SAAD no concede ayudas en el ámbito familiar por cuidador y que las horas para la atención domiciliaria se encuentran bajo mínimos -obviando las subcontratación vergonzosa por parte de las administraciones públicas de empresas de servicios que acumulan denuncias en diferentes puntos de la geografía española-. Otro cuadrito no viene mal.

     Vamos, que entre el botón y los recortes, al final va a resultar que lo de los recortes a la Dependencia es una memez, una ñoñería. Cosas de esta gentuza de izquierdas.

     La semana pasada, en Córdoba, a una mujer de 76 años la atendió en su casa la policía local después de pasarse tirada en el suelo más de tres horas. No sé si tenía el puñetero botoncito de los huevos, pero quien la rescató del domicilio y fueron ellos quienes llamaron a una ambulancia.

     Ya tengo los ojos dentro de sus órbitas. Y las pupilas en sus cuencas. Pero no compro motos por bien que me las traten de vender.