Elogio de la debilidad*

6201067601_d834776263_b

«Blame the system not the victim», by Peter

     Justo a mediados de los 60, el sociólogo William Ryan vio publicada su obra «Blaming the Victim» (Culpar a la víctima, en su traducción al castellano). La teoría expuesta es de lo más sencilla y se basa en la actitud de considerar responsables casi exclusivas de su propia situación a las víctimas de abusos y de violencias descargando de tales actos a terceras partes implicadas. No fue en 1965 la primera vez que la sociología, la antropología o la sicología hacían referencia a este concepto, pero podríamos decir que se llegó a la concreción del término. Normal el éxito que tuvo el libro de marras y que la cuña llegue hasta nuestros días, porque si equivocarse es humano, lo es más echarle la culpa a otro.

     Aunque una de las situaciones en las que se aprecia con meridiana claridad la culpabilización de la víctima se da en los casos de violación -como está sucediendo desvergonzada y cruelmente en toda la parafernalia mediática que rodea al juicio a la manada– no es difícil descubrir determinados patrones que son comunes y generalizados dentro de una sociedad enferma hasta el éxtasis.

  • Las mujeres son culpables porque visten como putas

  • Los pobres viven como viven porque son unos vagos que están acostumbrados a pedir

  • Los niños suspenden porque no se esfuerzan

  • A los inmigrantes se les machaca en la frontera porque vienen a quitarnos el trabajo

  • Los abuelos de las preferentes es que tenían que haber leído bien la letra chica

  • La peña que quería votar el primero de octubre y recibió una tunda de palos es que estaba participando en un referéndum ilegal

  • El nene o la nena que sufre bullying es que es un manteca

  • Y el galgo acaba colgado de un árbol porque ya no sirve para cazar.

     En un entramado machista, clasista, racista, utilitarista, especista que confecciona un mundo neoliberal y capitalista desde la supremacía del más fuerte, resulta natural que exista un germen común en todos y cada uno de los ejemplos expuestos: la debilidad. Lo dijo Plauto, y nos sigue dando igual: «lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit» (lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).

     Sólo somos capaces de juzgar y culpar al débil. Planteamiento triste y rastrero, sin duda. Porque la policía y el gobierno hacen lo que deben, la banca ya sabemos cómo es y la infanta, Messi y Cristiano Ronaldo no tenían ni pajolera idea de nada.

     La culpa es del débil por el mero hecho de ser débil, punto pelota; aunque tampoco estaría de más ver y debatir un rato largo sobre qué entendemos y juzgamos como debilidad, que esa es otra. Políticos, militares, conquistadores, filósofos no han parado de soltar a lo largo de la historia frases célebres vilipendiando la debilidad, ¿qué esperamos? Así, llegamos a la conclusión de que toda persona que pide ayuda o se muestra necesitada de solidaridad es un vaina, y construimos un sistema de mierda en el que cada perrito ha de lamerse su cipotito y demostrar a todas luces que es un machote: sea violando a C., insultando a las personas que viven en exclusión, soltando al niño que los hombres no lloran o permaneciendo en un trabajo que odia pero que le proporciona determinado estatus social y que le bailen el agua.

     El día aquel en que el conjunto de una sociedad ose culpar al fuerte, la humanidad habrá dado un paso de gigante de consecuencias colosales.

     * «Elogio de la debilidad» es el título de un ensayo del filósofo suizo con parálisis cerebral Alexandre Jollien publicado en 1999

 

Un comentario en «Elogio de la debilidad*»

Los comentarios están cerrados.