Como del alma una rémora,
más que comensal, parásita,
y mayor lastre en el camino
que la amputación de ambas piernas.
Como un ancla hundida en el vientre,
que impide arribar a buen puerto,
inmóvil en medio del mar ,
sujeto a patente de corso.
No arguyo al deseo extático
que otorga tiempo a la razón
con beneplácita esperanza,
sino a la apetencia, perversa
y vil sometida a un impulso
tan primario que no da plazo.