Dicen que los hombres no parimos. Es mentira. Alguna vez lo he hecho, pero con algo menos de dosis de paciencia de por medio. Este parto, el primero en su especie fue de dos años casi justos, y para el alumbramiento tuvieron que pasar casi dos años más. Es lo que tiene ser un pejiguera.
Uno escribe por necesidad, y no económica quiero decir, sino de estar delante de una pantalla de ordenador (con lo bien que quedaba lo del papel) y ponerse a transcribir ideas lo mejor que uno puede y luego poder compartirlas. Cierto que hasta Dickens escribía a veces para sacar unas pelillas (sus cuentos para las navidades), aunque no lo precisara, desde luego; o Faulkner, que se puso con «Santuario» para ver si se lo publicaban y poder dedicarse luego a alguna obrilla más seria. Incluso rompió casi todos sus principios y finales personales cediendo a hacer cambios de todo calado y lugar para conseguir su objetivo.
Lo mismo yo soy más porculero que Faulkner, porque no me pliego, y eso tiene sus inconvenientes. He odiado siempre nada cordialmente el mundo editorial y sus derechos sobre el autor (no de autor), así que empecé con esperanzas mandando el manuscrito a editoriales independientes y/o alternativas, o eso decían algunas. Pero, bien porque no tienen tanta posibilidad de ampliar catálogo como las gordas y sebosas bien porque no eran tan alternativas como gustaban de venderse, las mandé a todas al garete y guardé el manuscrito en el cajón de los olvidos. Queda mejor esa expresión que decir en una de las carpetas personales del home del ordenador.
Seguí escribiendo, claro, ahora ando metido con otra novela, y en estas estaba, casi perdido de desesperanza, cuando conocí ediciones dyskolo, gracias a las Redes libres en las que me muevo, y el vuelco que me dio el corazón casi hace que me diera un infarto. Cumplía de manera generosa todos mis objetivos. Es verdad que uno es más de la licencia CC-BY-SA, que es cultura libre al ciento por ciento al conceder permiso de modificación de obra, pero es lo de menos.
- Descarga libre y gratuita si es el deseo de la persona que quiera leerla
- Mutua colaboración entre editor y autor (mil gracias a Antonio de manera personal por su desinteresadísima labor en dyskolo, dedicando mucho tiempo y esfuerzo al proyecto).
- Y lo más importante. Interés real por la cultura y no por el número de ventas. Conmigo nadie iba a sacar un best-seller.
Luego estaba la gente que te quiere: «Pero espérate, sácala en papel, que es lo suyo, y se llega a más gente».
Pero es que uno es muy suyo y tiene sus manías. Y no le importa tanto llegar a más gente como ser fiel a sus principios. Menuda memez sacada de una novela de Víctor Hugo. Así que aquí la tenéis, en digital: libre como un pajarillo, aderezada con algunos arreglos de última hora después del parto, y con un prólogo mejor que toda la novela. Gracias, Zapa.
Podéis entrar en la página de «Mishasho» de la editorial pinchando en el título.
Paciencia con este escritor de tres al cuarto, que apenas escribe desde la experiencia, y que os invita a ser a la vez constantes en la lectura, porque es una novela exigente, no nos llevemos a engaño, pero hartamente disfrutable para quien no ve la literatura como mero entretenimiento. Pero claro, que voy a decir yo, ¿no?