Se me ocurrió devanarme los sesos, un día ocioso de la semana pasada, acerca de la tal vez aleatoria idea de fortaleza, pues con alegre disposición se suele otorgar dicha virtud a diestro y siniestro a personas -o aún más, incluso a uno mismo- que únicamente han tenido que demostrarlo, a amigos más que a enemigos, de pensamiento, palabra u omisión. La obra, la práctica es otro cantar, excelso y sublime, como el passaggio de un fa5, tan sólo al alcance de voces instruidas o infantes castrati.
Efimera by OnlyCilla |
Entonces, esa misma tarde, poco después de razonar y deducir parcamente que, más allá de condicionantes personales de carácter y aptitud, fuerte es aquél que no se deja superar por circunstancias que a la mayor parte de la población le supondrían hasta pensar en el suicidio, hay quien me trae, a esa misma mente dispuesta, el recuerdo de Pilar, y me invaden unas ansias terribles de amputarme los testículos porque, si he de basarme para apropiarme el término en la instrucción y la experiencia, mi fortaleza se asemeja a la de una efímera en fase adulta.
Pilar es joven, aunque la inclemencia a la que se somete la vida convierte por norma general la imagen en un inconsistente ejercicio de puntería para quien observa. Se presentó hace mes y medio a la oficina de Cáritas Parroquial, recién llegada del barrio de Las Palmeras, pues la Junta de Andalucía, en un nuevo ejercicio de insensatez que tendré el gusto de explicar en breve, le permitió instalarse en una de las viviendas sociales desocupadas de Las Moreras. El motivo del traslado aún me produce bilis en la garganta. Varios días atrás acudió a Urgencias con toda la angustia posible que puede sostener una madre. Su hija, la mayor de cuatro hermanos de entre uno y cinco años de edad, había sufrido un accidente y mostraba una tremebunda herida abierta en la mejilla, con ausencia de tejidos y que iba a necesitar de varios puntos de sutura. Las marcas parece ser que dieron lugar a escasas dudas al facultativo que la atendió en el hospital; observó a madre y criatura, con necesario descaro y, tal y como ordena el protocolo, tras realizar varias preguntas de rigor abrió un parte de expediente por supuesto maltrato infantil. La pareja de Pilar, quien ya en tiempo nada pretérito le había asestado a ella un navajazo en la barriga que casi le cuesta la vida, en esta ocasión había mordido a la hija en el pómulo arrancándole parte del rostro. Pilar ama más su vida y la de su hija que la propia y supuesta seguridad de ambas, tal vez porque, al contrario que los tranquilos seres que legislan, tiene un miedo atroz al saber de manera fehaciente que un animal irreflexivo mata antes y, si acaso, después piensa. No le hizo falta a ese animal oler su presa pues, sin necesidad de haber realizado un máster en la Sorbona es obvio que la administración se la puso en bandeja de plata cual si fuera la cabeza de Juan Bautista. Palmeras y Moreras son barriadas tan interrelacionadas a nivel socio-familiar que creer de verdad que el susodicho no iba a enterarse de donde habían llevado a Pilar y a las niñas es de débil mental. Nada más salir de la prisión preventiva se presentó en el piso, claro, igual que haría cualquier macho alfa que se cree el dueño del cortijo. Comenzó a insultarla, a dar descomunales patadas en la puerta… En fin. Tras un chanchullo con una vecina ha abandonado el piso y ha decidido meterse en un local a ver si así puede estar algo más en paz, algo tan sencillo como resolver el conflicto palestino-israelí.
Ahora Pilar tiene en la parte alta del seno derecho un bulto del tamaño de una nuez. Posiblemente el cáncer que le operaron hace algunos años se ha extendido a esa zona y tendrán que extirparle el pecho. Ella no quiere, por estética, dice, y porque si entra en quirófano ni Dios sabe qué va a pasar con sus hijos, y porque su padre, que jamás quiso saber de ella nada que no pudiera conocer por la prensa, desde que está en la cárcel la abraza en los vis a vis, como si la quisiera, y los ha echado tanto en falta que no quiere perderse ni uno solo.
No acierto a saber si es fácil o no juzgar a Pilar por sus decisiones, pero ¿qué voy a decir yo al respecto? Un blandengue cuyos únicos sufrimientos individuales han sido un divorcio, tres meses sin cobrar de manera reiterada, el paro como consecuencia, el fallecimiento de una abuela a la que amaba con toda su alma… ¿Acaso puede atreverse una efímera a valorar la conducta de un elefante?
Las efímeras hinchadas son aquellas que no sienten rubor al valorar, desde su incapacidad para abrazar la propia debilidad, a los elefantes, quienes, ciertamente, tampoco se abstienen de sus intransferibles debilidades. Es lo que tiene el ser humano, que no conoce la perfección ni como idea.
Yo creo que no hay elefantas, solo hay efímeras más o menos hinchadas…
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