Discurso de un niño de doce años

lies, by twinphotography

    Calvin, junto con su tigre de peluche Hobbes, son los protagonistas absolutos de unas brillantes tiras cómicas realizadas por Bill Watterson y publicadas en prensa entre 1985 y 1995. Calvin tiene seis años y, aunque por norma general participa de las inquietudes y actitudes típicas de dicha etapa de la vida (es decir, se comporta como un redomado egoísta), suele mostrarse bastante espabilado para su edad. Cuando le da por soltarle a su progenitor esas preguntas casi capciosas de las que es difícil salir airoso, el padre tiene una cosa clara: da igual la burrada que diga, porque su discurso será interiorizado por Calvin que no pondrá en duda ni una sola coma de lo que haya largado por la boca como si fuera un científico más avezado que Einstein al mentar la teoría de la relatividad.

Calvin: ¿Papá, me explicarías la teoría de la relatividad? No entiendo por que el tiempo es más lento a gran velocidad.

Papá: Es porque se cambian las zonas de tiempo. Si tú vuelas a California, ganas tres horas en un vuelo de cinco. ¿Sí? // Si vas a la velocidad de la luz, ganas más tiempo, porque no te toma tanto llegar allí. Por supuesto, la teoría de la relatividad solo funciona si estas yendo al oeste.
Calvin: ¡Vaya, eso no es para nada lo que me dijo mamá! Debe faltarle un tornillo.

Papá: Los hombres somos mejores para el razonamiento abstracto. Ve y dile eso.

     Hace cosa de un mes, mi sobrino de doce años, el doble de edad que Calvin, hizo propio el ideario de Santiago Abascal palabra por palabra, con sus comas, sus bulos y sus fobias. No trato de simplificar con esta idea comparando la inteligencia y el razonamiento de quienes votan a VOX con los comunes a un niño de entre seis y doce años, pero sí asentar una verdad: el discurso de la derecha (no solo el de esta radical, por desgracia) es capaz de captarlo y entenderlo hasta un niño de doce años porque, como le sucede a Calvin y a su padre aunque no lo sepan, para ello no es necesario el más mínimo razonamiento abstracto ni pensamiento deductivo. Afirmar algo, aunque sea una mentira tan gorda como infinito es el universo, está al alcance de cualquiera, pero demostrar que lo afirmado es falso precisa tanta dedicación como disponibilidad de ánimo y, en una sociedad donde en no pocas páginas web ya llegan a indicar al inicio de sus artículos el tiempo estimado de lectura, de poco van a servir incluso las imágenes que comparten diferentes oenegés y que refutan, con datos y punto por punto, dichas mentiras. Es que tienen poco dibujo y mucha letra, e inventarse cifras de niños asesinados por sus madres, ayudas sociales solo para extranjeros, una agresión de dos feministas a una mujer porque no comulgaba con sus ideas o porcentajes de denuncias falsas por violencia machista cabe en un twitt, una argumentación es harina de otro costal.

      Pero no nos engañemos: la culpa no es de VOX, ni de la derecha, ni de Rita la Cantaora… es de quien cree lo que quiere creer, porque es más cómodo respecto a sus miedos y diáfanamente más sensato en relación a su zona de confort. «Una explicación de la causa no es una justificación de la razón», opinaba el literato C. S. Lewis. A Calvin lo justifican sus seis años, a ver lo que nos inventamos nosotros.

      Y no, por si a alguien se le ocurre razonar sobre mi sesgo, que no le quepa duda alguna, lo recuerdo: no voy a votar a nadie de arriba, porque no creo en nadie de arriba, pero lo que no es no es y además es imposible.

2 comentarios en “Discurso de un niño de doce años

  1. Ni que para demostrar que los españoles somos malvados hiciera falta mentir 😀 .

    Es muy jorobado que la lógica y el razonamiento puedan al menos presentarse en la sociedad del me gusta. Triunfar ya es de récord.

  2. Mensajes cortos, simples de fácil digestión. La realidad es compleja pero da lo mismo, se simplifica y transforma la realidad a los deseos de estos «simplificadores».

    Para no tratar este asunto pongo un ejemplo personal dada en mastodon. Una persona, en su interés de destruir la idea de España y mostrar a los españoles como malvados, en contraposición a los ángeles independentistas catalanes, puso la estatua de Pizarro pisando una cabeza indígena.

    Jamás, jamás podría haberse hecho esa estatua, los indígenas eran súbditos. La figura es sencilla, pisa la cabeza de un ídolo indígena, se ve de forma muy clara. En medio está Pizarro y éste sostiene la cruz que se alza victoriosa, en lo más alto.

    Pues ya no tengo relación con esta persona por no entrar al trapo simplificador de ella.

    Pongo ejemplo cercano para mostrar que así estamos en las mismas puertas con esa visión deformada de la realidad, simplista.

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